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El Pinetell

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Acercándonos a El Pinetell

Salida de El Pinentell

Bienvenidos a El Pinetell! Portada en el macizo de las Montañas de Prades, por la vertiente de levante, da la bienvenida a los visitantes que suben a la meseta por este lado, regado por el río Brugent, su valle salpicado de las ruinas de los molinos que el pasado papelero de el valle nos ha dejado, pasado heredado también por el pueblo vecino de La Riba, donde se inicia la carretera secundaria que nos lleva a nuestro pueblo y sigue hacia La Bartra y Farena, hasta entroncar con la carretera que sube de Alcover en Mont -ral, y se dirige a Capafonts ya nuestra capital, Prades, la ciudad roja. Atrás en el tiempo han quedado los antiguos accesos, hoy convertidos en senderos de montaña, algunos, como los que llevan hacia Rojales y Montblanc en una caminata de tres o cuatro horas; o el Clot del Lobo, las Tres Cruces y aunque rodeando el Tossal hasta Prades, quizás habiendo salido aún oscuro, y topando con la madrugada ya por el camino, con el paso lento del borrico cargado con resina y verduras para vender en el mercado semanal , animados por la esperanza de vender bien las mercancías y volver con las alforjas todas cargadas de las cosas que hacían falta en la familia; recorriendo así el ámbito natural y lo que era el ciclo de vida de este pueblo.

Al término podemos encontrar pinar de pino blanco y testigos del antiguo bosque de encina, y de roble, y de antiguos campos de cultivo donde las cerca de 20 familias que habían llegado a vivir al pueblo encontraban su sustento , trabajando el campo y sangrienta la resina de los pinos. Fue así que los pobladores del pueblo se ganaron el apodo de "reïnosos", que les pusieron los "amigos" de Rojales; pero estos tampoco se entregaban, y cuando los llamaban los de El Pinetell hablaban de los "carboneros". Y así, entre el segar y el batir, en verano, entre bajar los huertos del Gato o de la Fuente del Fresno, de la primavera a finales de otoño, entre matar el cerdo y tupins en invierno, entre mover el ganado durante casi todo el año para que pudiera comer y beber; ayudándose los vecinos entre ellos para la cosecha, por la matanza, o para construir la casa de los nueve casados ​​... o también, si las tareas y el tiempo acompañaban, subir juntos a la Fuente Pudenta a hacer la merienda ... Así, así pasaba la vida antiguamente en este lugar, que nos amemos como nuestra tierra, que todavía nos da vida para disfrutarla, a pesar de los tiempos modernos que quieren sacar el encanto ... y aquí estamos los actuales vecinos, que con otros modos, le invitamos a visitar este reducto de belleza antigua, sencilla y campesina, patrimonio de todos los que quieran amar.

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